viernes, 12 de marzo de 2010

La Nazi Jaqueline van Rysselberghe II

Hace unos días, Jaqueline van Rysselberghe anunció que iba a perseguir con todo el rigor de la Ley a quienes hubiesen robado televisores de plasma y lavadoras. Como es obvio, no hay otras prioridades para la autoridad pública: castigar a los que osaron asaltar los sacrosantos Mall es ineludible para restaurar la Ley y el orden, así como para reconstruir el país.
Desafortunadamente, me temo que no se perseguirá con todo el rigor de la Ley a las constructoras que incumplieron la normativa antisísmica (varias empresas españolas inclusive), fueron negligentes con la edificación, ni tampoco se exigirá al Estado todo el rigor de sus competencias para indemnizar y reparar a los afectados. Es cierto que se trata de mis sospechas, pero en el nuevo Gobierna de Piñera ya ostentan cargos de responsabilidad promotores y empresarios presuntamente responsables de incumplir la normativa antisísmica. Como todo el mundo vaticina, Chile camina hacia la senda de Argentina e Italia: interminables conflictos de intereses entre los representantes públicos y sus negocios privados.
Por otra parte, me temo que tampoco sabremos con cifras exactas cuánto pillaje real hubo y cuánta construcción mediática del fenómeno. Supongo que el número de muertos producido por el vandalismo y por la represión policial si se conocerá con certeza en algún momento, pero puede que las cifras no sean correctamente interpretadas.
Después de Canada, Chile es el país más seguro del hemisferio. Es mucho más seguro que EUA e incomparablemente más seguro que cualquiera de la región. Sin embargo, los chilenos están convencidos de vivir en un país infestado de malvados ladrones de clase baja sin escrúpulos e intrínsecamente perversos. Sin negar que la maldad humana sin paliativos existe en todos los lugares del mundo y distribuida por todas las clases sociales, es innegable que en Chile está sobredimensionada como el terremoto ha desvelado. Miedo en vez de solidaridad, represión en vez de ayuda han sido los lemas agitados por los críticos con Bachelet.
El profesor y periodista norteamericano Ken Dermota en su Chile Inédito ya estudió este fenómeno de desajuste perceptivo que tenía un claro y obvio culpable: los medios de comunicación. Toda la prensa escrita chilena (a excepción, en teoría de La Nación) es de derechas y de muy mala calidad. En verdad, no hay ningún periódico serio. El Mercurio y La Tercera hacen mal periodismo, informan mal y torticeramente y su cuerpo de noticias es reducido y sus secciones están mal diseñadas. A su lado La Razón y El Mundo son buenos y completos periódicos. Todo esto hace que las noticias de sucesos estén sobredimensionadas y suelan tener un tratamiento propio del amarillismo. Esto, a su vez, enlaza con las campañas autopromocionales de Pinochet, donde se podía contemplar a salvajes turbas urbanas atacando coches de decentes familias de clase media, así como sus negocios y establecimientos. Este imaginario colectivo, lamentablemente, ha calado en gran parte de la sociedad chilena y es compartido por muchos sectores, independientemente de su orientación política. Esto por desgracia se debe a la inacción de la Concertación, que después de ganar el referéndum se quedó sin mensaje, sin discurso, sin valores que transmitir.
Ahora, a una nueva generación de chilenos crecidos en democracia debe ser capaz de cimentar sus propios valores y dotarlos de un lenguaje nuevo que sepa comunicar nuevas visiones del ser humano, de sus necesidades y de su vida en sociedad. Una nueva generación de chilenos debe ser capaz de imaginar un mundo más amplio que las deprimentes paredes de los Mall, donde ser ciudadano no sea, simplemente, ser un consumidor con libertades y derechos restringidos.
Es una tarea ardua, tan ardua como evitar la desmembración del Estado; pero imprescindible para lograr que la autoridad pública y sus competencias no se limiten al uniforme de gendarme.

1 comentario:

  1. Qué buen texto. No sé si te pasa, pero me da mucho miedo la máxima de que las grandes oportunidades aparecen en tiempo de crisis. Y no por el hecho en sí de ver una oportunidad, como podría ser extraer un aprendizaje o ejecutar un cambio necesario, sino por el "oportunismo" a gran escala. ése en el que los que en principio son culpables, mediante el uso de diversas estrategias, logran dirigir la antención hacia donde no debería, para excusar sus errores y acabar "saliénose con la suya de nuevo"... no sé si me explico.
    si no, lo siento. je. me ha gustado el texto!
    es como rescatar un par bancos y despedir a 300.000 funcionarios...

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